En los últimos años, la radiofrecuencia es uno de los tratamientos más demandados en los centros de estética, tanto para modelar el cuerpo (drenar, reducir volumen, combatir la grasa localizada y la celulitis) como para conseguir en el rostro un efecto lifting sin recurrir a la cirugía.
Primero llegaron las tecnologías de radiofrecuencia monopolar, que actúan en la capa más superficial de la piel, y después bipolar, que actúa en las más profundas. Ahora bien, ambas tienen algunos inconvenientes: al no estar focalizadas, necesitan mucha energía para conseguir los resultados deseados, provocando un calentamiento excesivo de la piel cercana a los electrodos, con el consiguiente riesgo de quemaduras y dolor. Para compensar este efecto y reducir riesgos, se requieren sistemas de enfriamiento que se traducen en una disminución de la efectividad del tratamiento.
Afortunadamente, estos inconvenientes se han superado con la radiofrecuencia de tercera generación, la tecnología tripolar, con la que, debido a la relativamente baja potencia que se requiere, se evita el sobrecalentamiento de la piel y la necesidad de aplicar cualquier sistema de enfriamiento. La radiofrecuencia tripolar consigue una mayor profundidad de penetración en la piel y temperaturas internas mayores que sus predecesoras, ya que utiliza tres o más electrodos para llevar la energía bajo la piel, que dirigen la energía de manera más directa hacia donde se quiere focalizar. Con ella, a través de movimientos lentos y circulares, la temperatura de la superficie de la piel va de 40 a un máximo de 42 grados Celsius. En las capas más profundas, hasta 2 centímetros, la temperatura aumenta debido a la mayor resistencia de los tejidos.
Por tanto, es un método más seguro, más eficaz y que requiere menos sesiones y tratamientos más cortos (una sesión dura más o menos entre veinte minutos y una hora, dependiendo de la zona a tratar, y se recomiendan entre 6 y 12 sesiones para conseguir resultados óptimos).
La radiofrecuencia tripolar permite a los profesionales aplicar tanto tratamientos faciales como corporales. El facial va dirigido a regenerar las fibras de colágeno en la dermis, para reafirmar y reducir la apariencia de arrugas, mientras que el tratamiento para el cuerpo se focaliza en reducir las células de grasa en la capa de la hipodermis y acelerar la producción de nuevo colágeno. El resultado: un cuerpo reesculpido, una reducción de la celulitis y depósitos de grasa y mejora de la apariencia de estrías y piel de naranja.