En anteriores posts ya os hemos hablado de la capacidad del ozono para purificar y regenerar nuestro organismo por sus propiedades desinfectantes (su poder de reacción es hasta tres mil veces superior al cloro) e hiperoxigenantes (por su composición molecular, con tres átomos de oxígeno).
Hoy queremos abordar problemas dermatológicos cada vez más frecuentes (por la contaminación, nuestros estilos de vida…) y cómo podemos mejorarlos con baños de ozono. Aunque cualquier tipo de piel puede beneficiarse de la ozonoterapia, bien como protocolo previo a otros tratamientos estéticos (mediante aparatología, técnicas manuales, cosméticas o incluso una simple depilación), bien como método antiedad o como vigorizante (puesto que activa la regeneración celular y favorece la circulación sanguínea), hoy nos centramos en una aplicación concreta de nuestra cabina Ozonithy biomolecular 3.0: Biodermis.
Se trata de un programa local externo específico para tratar alteraciones cutáneas como el acné, la psoriasis o los eczemas y mejorar el aspecto estético de sus secuelas (marcas y cicatrices). El ozono actúa sobre las zonas afectadas gracias a sus propiedades bactericidas, antisépticas y fungicidas. Pero además, la piel se beneficia de su capacidad cicatrizante, calmante y antiinflamatoria, de manera que el cliente ganará en confort y bienestar ya desde la primera sesión (la duración de la sesión y periodicidad recomendadas varían para cada tipo de patología y estadio de cada paciente).
Al mismo tiempo, se estimula la regeneración de las células de la piel y normaliza sus funciones biológicas, devolviéndole vitalidad y combatiendo el aspecto de las pieles maduras, apagadas o faltas de oxígeno.
Esta técnica se puede aplicar a todo tipo de pieles, incluso secas y secas alípicas, pero está especialmente indicada para las de tipo graso o graso acneico. En cualquier caso, siempre se notará una mejoría después de la terapia: una piel más limpia, tersa, suave y saludable.